(09/06/09)
Se miró nuestro héroe en el espejo
Pero no encontró gran cosa:
Su imagen ya no estaba.
El coro de ángeles sopla al oído del lector aburrido:
Se sorprendió
al principio
nuestro héroe
Hasta que entendió: Él, ya no era nada.
Por qué no escribe usted sobre...
09/04/09
*
-¿Por qué no escribe usted una historia sobre ciegos? –me preguntó el hombre del bastón blanco y los lentes negros, dirigiéndose, muy cortésmente, al árbol que estaba a mi lado.
*
-¿Por qué no escribe usted un cuento para niños? ¡Es que me gustan tanto! –me solicitó el pedófilo del barrio, secándose el labio inferior con el dorso de una de sus temblorosas manos y entrecerrando sus ojitos palpitantes.
*
-¿Por qué no escribe usted una historia con contenido? –me preguntó el crítico literario haciendo a un lado su cigarro encendido y dejando escapar un delicado hilo de humo de su boca de labios grises.
-Probablemente se deba al hecho de que soy un ser vacío – le respondí, alejándome cabizbajo; y un eco cavernoso resonó en mi interior: “vacío… vacío… vacío…”.
*
- ¡Escriba usted algo sobre magos y hechiceros! –me ordenó el hombre de larga barba blanca. Realmente me gustó la idea, pero no pude decírselo porque desapareció inmediatamente después en una explosión de humo amarillento.
*
-¿Por qué no escribe usted una novela denunciando la matanza de bebé focas? –me preguntó la foca bebé; inmaculado su pelaje blanco; grandes y vivaces sus ojitos negros.
-¡Me encanta la idea! –exclamé entusiasmado.
De debajo del sobretodo saqué el mazo de madera y le hundí el cráneo en un certero y ágil movimiento; y otro (el cuerpecillo cruje y tiembla en espasmos mientras su blanco pelaje se tiñe de rojos), y otro más, por piedad, para poner fin a su sufrimiento (el sonido seco y áspero del mazo que rompe, ya es solo sangre su pelaje tierno, y abierto como una uva uno de los ojitos negros).
Finiquitado el asunto salí corriendo a escribir mi nueva novela; realmente necesitaba saber de primera mano de qué iba la cosa.
*
-¿Por qué no escribe usted algo alegre? –me preguntó, entre lágrimas, el payaso de circo; el maquillaje corrido, la sonrisa roja y grotesca desfigurada por un caudal que caía desde los ojos, de lágrimas y rimel negro.
-¿Por qué no escribe usted una historia sobre ciegos? –me preguntó el hombre del bastón blanco y los lentes negros, dirigiéndose, muy cortésmente, al árbol que estaba a mi lado.
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-¿Por qué no escribe usted un cuento para niños? ¡Es que me gustan tanto! –me solicitó el pedófilo del barrio, secándose el labio inferior con el dorso de una de sus temblorosas manos y entrecerrando sus ojitos palpitantes.
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-¿Por qué no escribe usted una historia con contenido? –me preguntó el crítico literario haciendo a un lado su cigarro encendido y dejando escapar un delicado hilo de humo de su boca de labios grises.
-Probablemente se deba al hecho de que soy un ser vacío – le respondí, alejándome cabizbajo; y un eco cavernoso resonó en mi interior: “vacío… vacío… vacío…”.
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- ¡Escriba usted algo sobre magos y hechiceros! –me ordenó el hombre de larga barba blanca. Realmente me gustó la idea, pero no pude decírselo porque desapareció inmediatamente después en una explosión de humo amarillento.
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-¿Por qué no escribe usted una novela denunciando la matanza de bebé focas? –me preguntó la foca bebé; inmaculado su pelaje blanco; grandes y vivaces sus ojitos negros.
-¡Me encanta la idea! –exclamé entusiasmado.
De debajo del sobretodo saqué el mazo de madera y le hundí el cráneo en un certero y ágil movimiento; y otro (el cuerpecillo cruje y tiembla en espasmos mientras su blanco pelaje se tiñe de rojos), y otro más, por piedad, para poner fin a su sufrimiento (el sonido seco y áspero del mazo que rompe, ya es solo sangre su pelaje tierno, y abierto como una uva uno de los ojitos negros).
Finiquitado el asunto salí corriendo a escribir mi nueva novela; realmente necesitaba saber de primera mano de qué iba la cosa.
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-¿Por qué no escribe usted algo alegre? –me preguntó, entre lágrimas, el payaso de circo; el maquillaje corrido, la sonrisa roja y grotesca desfigurada por un caudal que caía desde los ojos, de lágrimas y rimel negro.
Nuestro Héroe
Nuestro héroe es el personaje central de su propia historia, que, a su modo de ver, no presenta para el observador casual, ni para él mismo, nada de especial ni trascendente.
Aunque por ser suya y de nadie más, sea en sí misma una historia de especial trascendencia –por más que nuestro héroe no logre comprenderlo aún.
(Por el filo del cuchillo enterrado sube un gusano lentamente. Al llegar al mango será mariposa de chocolate, esperará con sus alas extendidas los rayos del sol que llegarán desde más allá del valle, atravesando nubes y montañas, y no bien sus alas se hayan endurecido volará; bien lejos).
Aunque por ser suya y de nadie más, sea en sí misma una historia de especial trascendencia –por más que nuestro héroe no logre comprenderlo aún.
(Por el filo del cuchillo enterrado sube un gusano lentamente. Al llegar al mango será mariposa de chocolate, esperará con sus alas extendidas los rayos del sol que llegarán desde más allá del valle, atravesando nubes y montañas, y no bien sus alas se hayan endurecido volará; bien lejos).
Gotitas de sangre en la nieve
El invierno entró en él
Como un cuchillo de cocina
Abriendo carne y huesos
Con pasmosa facilidad.
Seguirá en fría marcha su camino
Nuestro héroe pasajero
Dejando gotitas de sangre
En la nieve endurecida.
Susurra el coro de ángeles:
Seguirá
Nuestro héroe
Con su cuchillo
Hundido.
(Quién sabe, tal vez un día llegue a donde sea que sea que va.)
Como un cuchillo de cocina
Abriendo carne y huesos
Con pasmosa facilidad.
Seguirá en fría marcha su camino
Nuestro héroe pasajero
Dejando gotitas de sangre
En la nieve endurecida.
Susurra el coro de ángeles:
Seguirá
Nuestro héroe
Con su cuchillo
Hundido.
(Quién sabe, tal vez un día llegue a donde sea que sea que va.)
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